Si bien hay veces la facultad me hace desear nunca haber aprendido una sola letra, amo escribir.
A veces escribo para desahogarme, utilizándolo como catarsis. Otras veces por inspiración, producida por ataques de creatividad espontánea. Y de vez en cuando por simple entretenimiento para pasar el rato, creando historias, plasmando reflexiones, tipeando pensamientos, como sucede en este mismo instante.
La escritura es muy poderosa. A través de la misma podemos ver, sentir u oír cosas que físicamente no se nos presentan en el momento.
Debemos tener cuidado a la hora de leer o escribir, sea lo que sea, porque ambas son actividades que pueden tanto abrir como cerrar mentes.
Lápiz y papel son capaces de liberar ese poder, el de la imaginación. Dicho poder puede utilizarse para el mal, como en el caso de un mal contrato, una ley injusta, una mentira, una ofensa… O para el bien, como una protesta, un pasatiempo, una reflexión, una verdad.
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