Pocas cosas en esta vida son verdaderamente justas. No debemos acostumbrarnos a vivir bajo una sensación de justicia, las cosas no son así en el "mundo real".
Vivimos en una burbuja, en tres burbujas para ser exacto, pero eso lo explico en otra entrada. Estas burbujas nos brindan un falso manto de seguridad y calma. Al sacárnosla vemos como son las cosas realmente y vemos las injusticias que hay en el "mundo real"
¿Ejemplos? Sobran. Podría tranquilamente hablar de las personas ricas en comparación a las que viven en África, o de las muertes y asesinatos absurdos que hay, como en los que te afanan por estupideces como un celular o una billetera. Pero no, voy a hacer una comparación no tan drástica ni chocante como en los ejemplos, sino algo mas trivial:
El otro día tuve una prueba. No había leído ni una sola hoja de la materia, es mas, ni siquiera sabia que había prueba ese día. Por ello, llegue a tal punto de que cuando me dieron el examen para empezar a resolverlo, no sabía absolutamente nada.
Afiné las cuerdas y comencé a guitarrearla. Pocas veces metí tantos bolazos en una sola prueba. De los cinco puntos, hice cuatro. Las respuestas eran vagas y redundantes, dejando en obviedad que no toqué la carpeta ni por casualidad. El profesor me llamó. Me dijo en que me había equivocado y me dio mi nota: 7 (Siete). ¡Bien! ¡Groso!
Uno de los próximos en recibir su nota fue Nicolas. Se sacó un 8 (Ocho). Protestó y protestó pero su nota quedó así: El primer trimestre el profesor nunca pone diez, y como fue la única evaluación que se tomó durante el transcurso del mismo "sería inapropiado calificar alumnos con un nueve por un solo trabajo", un ocho y caso cerrado.
A decir verdad eso fue muy injusto, ya que un vago atorrante como yo, que nunca leyó nada pero sabiendo chamuyar, se sacó un siete en el boletín. Y un chico estudioso (Come libros) como Nicolas (El típico "Promedio diez"), que obviamente había estudiado mucho, consiguió un ocho como trimestral. No hay mucha diferencia entre un siete y un ocho, sin embargo él sabía mucho mas que yo. No obtuvo lo que debía.
YO MERECÍA UN CINCO O MENOS. A ÉL LE CORRESPONDÍA UN NUEVE O UN DIEZ. ESO FUE UNA INJUSTICIA. Pero, para mí suerte, la supe aprovechar y no quedé mal parado, como suele pasar cuando menos te lo esperas. Esto pasa siempre, en lugar de arreglar las cosas y ponerlas como deben ser, callamos mientras todo nos favorezca, como fue mi caso.
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